martes, 29 de marzo de 2011

¿Dónde quedan los momentos?

A veces las personas no se dan cuenta que los mejores momentos quizá no son a los que quieren pertenecer, sino los que pertenecen sin querer. Este viernes mismo fui partícipe de una escena preciosa.
Estaba esperando a que una amiga se probara unos zapatos en un centro comercial. Como tardaba empecé a observar a la gente pasar y de repente vi a unos padres que estaban sentados en un banco a unos pocos metros de mí. El padre tenía a su niña en brazos, calculé que tendría unos dos meses o así.
Parecía tan frágil, tan pequeña, una ilusión ganada en alguna noche de lujuria y besos, de amor. Sí, era un pequeño milagro de la naturaleza. Una conexión que tuvieron dos personas que se aman.
Su ropita rosa se movía alegre, al son del cuerpo, al ritmo de sus carcajadas. De repente, su pequeña mano, como si fuera justo el momento de hacerlo, se posó en un dedo de su progenitor.
Me pareció un gesto demasiado bonito como para que yo estuviera ahí, presenciándolo. Sin tener nada que ver en la escena, encajaba. Ya ves, un momento cualquiera, en un lugar de Toledo, unas manitas llenas de cariño, una sonrisa y una mirada ajena, esa mirada que faltaba para decir con palabras lo que puede significar algo tan pequeño. Lo más grande del día.

jueves, 24 de marzo de 2011

En un banco, con una bolsa de pipas.

Sólo te quería recordar que hacerme feliz tampoco es tan difícil.
Simplemente súbeme a tu montaña rusa, sin marearme, con tiempo.
Dame vueltas, enséñame tu mundo.
Hazme reír, volar y soñar.
Apriétame fuerte el cinturón para protegerme.
Intenta que todo sea tan mágico como mis ganas de revolotear.
Súbeme para que esté a menos metros de tocar el cielo.
Grita mi nombre mientras estemos ahí arriba.
Dame la mano si lo necesito.
Hazme cerrar los ojos para sentir el vértigo en el estómago.
Que tus dulces pensamientos se entremezclen con los míos.
Que tu aire pase a formar parte de mis pulmones.
Haz que no quiera bajarme jamás.
Y si necesitamos un descanso, invítame a un helado de chocolate.
Que tus palabras sean tan suaves como tus dedos en mi cintura.
Y que lo que menos importe es el tiempo, ya sabes, soy una inversión.
Pero después prométeme que me llevarás a cuestas para montar de nuevo a la atracción de nuestra vida.

PD. Acuérdate de llevar también chicles.

lunes, 21 de marzo de 2011

El sabor de tus besos.

¿A qué saben esos besos, piel?
¿Qué tienen de especial esos labios para que te estremezcas?
¿Y por qué corazón te encoges?
¿Ya rebosas de sentimientos?
¿Por qué siempre esperas a que aparezca en el último lugar recóndito?
¿Qué tiene de casualidad que sientas que eres su eco?
¿Por qué él?
¿Por qué sentiste ese halo de magia? ¿De pasión?
¿Por qué labios queréis sentir con tanta fuerza los suyos?
¿Por qué...?

http://www.youtube.com/watch?v=asDXpfFMKNA

miércoles, 16 de marzo de 2011

Enredados.

Si alguna vez pudieras ver el mecanismo de mi corazón,
comprenderías la ciencia exacta de un reloj,
avisando en cada latido un rumor breve,
un bum bum incansable que aumenta al hablarte.

lunes, 14 de marzo de 2011

Déjame, dame un momento de tu tiempo.

Si te tapara con una fina capa de caricias.
Si tus ansias de quererme se agotaran en un suspiro,
si al aspirar aire volvieran a su caja de resonancia.
Si la parte más dura de todo fuera despegarme de tu piel.
Si supieras que parte de tu deseo se esconde en el fondo de mi cuello.
Si al despertarme tus ojos buscaran los míos inconscientemente.
Si al ser frágil tu mano pudiera reconfortarme.
Si me hicieras un hueco en tu nube para bañarnos en rayos de luna.
Si me quisieras...
Si me conocieras...

jueves, 10 de marzo de 2011

Quizás...

Sólo necesitaba bolígrafo, tinta y papel.
Me senté a escribir.
La cabeza en ninguna parte, quizás en el aire.
Después de una hora, mis pensamientos estaban vacíos al igual que la hoja que tenía delante.
Y eso que sólo necesitaba bolígrafo, tinta y papel.
Ah, ya sé...
Palabras.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Un fin de semana.

Son raras las reacciones del ser humano. Bueno, en concreto las mías.
Sus ojos miraban de un lado para otro, como de costumbre. Es un animalito inquieto, siempre lo fue. Siempre lo supe.
Su sonrisa rondaba por sus labios cada vez que se topaban con alguna persona, sino, su imperturbable mueca seria se hacia presente en cada momento.
Sus manos iban desde su preciado tesoro hasta su cadera.
Reía sin parar y comentaba alguna anécdota con sus amigos.
De vez en cuando su mirada se posaba en la mía y de nuevo, sonreía.
Después de vacilar un poco, cuando la gente se fue y quedó casi solo, su cuerpo se movió elegante hacia mi posición. Como un piedra cualquiera me quedé quieta, esperando su voz y su tacto. Como una idiota mis labios se curvaron para mostrar mi mejor cara.

Entonces sentí, entonces noté. Nada era igual. Nada era lo mismo.
Nada me obligaba a seguir la forma de sus ojos.
Mi corazón ni sentía ni compadecía. Mi realidad abstracta era la que manejaba a este títere. Quizá fue así mucho tiempo. O no.
Sólo sé que mi mente de repente estuvo en un camino. Y nunca fue el suyo.

jueves, 3 de marzo de 2011

Esencial.


Y lo que quiero hacer son dibujos en tu espalda, esparcir la tinta, que aparezcan líneas imaginarias y que al acariciarlas se borren. Para de nuevo, comenzar con el mismo juego. Con la misma tinta. Con los mismos sueños.